Estoy orgullosa de ti porque eres la mujer que
siempre quisiste ser.
Estoy orgullosa de ti porque estás bailando sin
que te importe todo lo que rodea. Estás cantando y lo haces de maravilla, ¿no
te das cuenta?
Te han mirado y has sonreído. Tienes una sonrisa
preciosa, y no soy la única que lo piensa. Me alegra ver como brillan tus ojos
cuando lo haces. Cuando tu risa se convierte en la melodía favorita de la
persona que se encuentra más cerca.
Me gusta cuando brillas porque adoro ver que todavía
no te has consumido. Tus pétalos no se han marchitado y eso significa que aún
te quedan muchos momentos por vivir. Me gusta cuando eres océano porque te hace
sentir viva, y ojalá nunca te des por vencido.
Has evitado la muerte cientos de veces porque eres
fuerte y yo quiero ver siempre tu corazón latiendo. No importa a qué compás
mientras pueda sentir tus pulsaciones contra mi pecho. Algún día caminaremos
juntas y podré agradecerte todas aquellas veces que me obligaste a continuar a
pesar de las circunstancias.
Cuando te vi por primera vez no podía creerlo. Tu
alma no había cambiado, porque sigues escondiendo a la chica perdida que te dio
las ganas de seguir adelante a pesar de no conocer la dirección correcta.
Lo cierto es que alguien no puede estar perdido
hasta que otra persona empieza a buscarle, pero tú te buscabas a ti misma y eso
era suficiente. Siempre has sido suficiente, incluso cuando creías lo
contrario. Yo siempre creí en ti, aunque
no lo demostrase.
Me gusta el vestido negro que llevas. Tanto que
casi desearía tenerlo puesto ahora mismo, pero aún me queda mucho camino por
recorrer. Tú has sido valiente y lo has conseguido, por eso estoy orgullosa de
ti.
Me gusta el tatuaje que asoma por tu espalda. El primero. Es tan real como tú, que
estás moviéndote a lo largo de la pista como si fueras libre. Parece que
vuelas. Eres el pajarillo que siempre deseé ver batiendo sus alas lejos de su
jaula. Yo siempre estaré ahí para
levantarte si caes.
Esta noche no te dejaré hacerlo. No otra vez. Necesitas
tanto como yo encontrar un equilibro y cualquier instante puede ser la
oportunidad idónea para hacerlo.
Fuera está la luna, en el cielo. Quiero que salgas
pisando fuerte, sin miedo, y le grites que sí vales la pena. Pídele perdón por
todas aquellas noches en vela en las que le hiciste pensar lo contrario. Sé tu
propia voz y no la de otros.
Eres perfecta tal y como eres y no dejes que lo
demás te hagan cambiar de opinión, porque en tu vida mandas y decides tú. Desde
que empiezas a tener uso de razón hasta que mueres. Y, afortunadamente, todavía
te queda demasiado tiempo.
No te vayas sin mí, por favor.
Quédate un rato más.
A bailar, o a donde la vida nos lleve.
Te quiere,
No hay comentarios:
Publicar un comentario