Te esperé como esperan los poetas ir al cielo,
como esperan el invierno en el día más caluroso del año:
te esperé como espera un corazón roto que alguien vuelva a juntar sus
pedazos,
como esperan las almas caóticas ser amadas por su desorden.
Abril fue testigo de nuestro primer encuentro,
y Mayo fue la prueba de que también se podía encontrar el amor en
lugares vacíos.
Junio me susurró que arte éramos nosotros cuando estábamos solos,
y Julio nos hizo cosquillas bajo las sábanas.
Agosto fue el culpable de que conociese a tus demonios,
y Septiembre me confesó que en otoño sonreías cuando las nubes lloraban.
Octubre nos recibió con los brazos abiertos,
y Noviembre descubrió conmigo las constelaciones de tu cuerpo.
Diciembre nos desnudó a versos para acariciarnos hasta la médula,
y Enero escribió nuestra historia.
A Febrero le confesé que yo no era poeta,
pero que de igual manera iba a terminar en el infierno.
Marzo nos dijo que en el cielo no habría sitio para los dos,
y Abril se despidió de nosotros con los ojos cerrados.
Yo también cerré los ojos cuando me dijiste hasta luego,
porque vi a mi alma decirle adiós a mi corazón cogida de tu mano.