Érase una vez
una cerilla
que se encendió
y alguien
la sopló.
Fin.
Esta es la prueba
de que no
siempre
puede haber
final
feliz.
No preguntes por qué escribo, pregunta que siento al hacerlo. Y te responderé: «Tranquilidad, aire, cielo y nubes. Frío y calor. Libertad, y el agua de mar que roza mi cara. Palabras...».
Debes dedicar más tiempo a tu interior. Pensar, que de no ser porque existes, no estarías preguntándote si tu existencia ocurre en vano al c...
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