y despertarte a base de caricias
todos los días de mi vida.
En el salón,
pondría música
y más tarde no se sabría
dónde termina tu boca
y comienza la mía.
Te irás
y volveremos a encontrarnos
entre las sábanas de nuestra cama,
para quererte hasta las entrañas:
hasta lo más oscuro de tu ser,
porque ya no tengo nada que perder.
Si quiera la vida.
Porque te la entregué ayer,
te la entrego hoy,
mañana
y siempre.
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